lunes, 13 de julio de 2009

ARGENTINA MARÍTIMA… ¿Una Nación posible?

ARGENTINA MARÍTIMA… ¿Una Nación posible?

Por: Oscar FILIPPI
oscarfilippi@hotmail.com



El año de 1805 marcaría para siempre, un cambio en la estrategia global, la Batalla Naval del Cabo de Trafalgar significó el desastre para las flotas combinadas de España y Francia, la Gran Bretaña se alzaba no sólo con la victoria, se convertía así en la única Potencia Naval del Mundo y en la “dueña de los mares”.
Su accionar, libre de oponentes, se hizo sentir inmediatamente sobre la rivera del Plata. En 1806 y 1807, sólo la decisión del pueblo y las fuerzas militares de ese entonces, juntos, criollos y españoles, con determinación y valor, concluyeron con la heroica defensa y reconquista de Buenos Aires. El interés expansionista del Imperio Británico, sólo logró encender la “mecha” de la decisión para ser soberanos y libres. Fue desde el inmenso espacio marítimo mundial de donde comenzaron a soplar los vientos de la libertad de América toda. Importancia primigenia la del Mar en nuestra historia.
En el año de 1916, cuando nuestros abuelos celebraban, con emoción y orgullo, el “Primer Centenario de Vida en Libertad”, el Señor Vicealmirante Segundo R. STORNI, pronunciaba dos conferencias referidas a “Los Intereses Argentinos en el Mar”. Entre las eruditas frases pronunciadas por este preclaro marino y a las que vamos a hacer referencia a lo largo de este trabajo, hay una que golpea de manera decisiva a los hombres de nuestra generación; “… - toda esta hermosa región del planeta tiene como única vía de comunicación con el mundo, la vía marítima, por ella han entrado todos los privilegios… pero cuidado, por ella asoman también todos los peligros.” No es para menos, fuimos testigos presenciales en 1978, de la escalada en el conflicto con la hermana República de Chile por la demarcación del Canal Beagle y en 1982, de la batalla por la legítima recuperación de nuestras Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. Nos asalta entonces, la casi desesperación de comprobar por enésima vez, la absurda realidad, la forma en que históricamente ignoramos nuestra experiencia y desperdiciamos talentos. Nos endeudamos vergonzosamente y para siempre, con aquellos verdaderos argentinos cuya única y legítima preocupación fue la grandeza de nuestro país, trabajando, estudiando, enseñando, advirtiendo… y nosotros, como ciegos, sordos y necios, pagando absurdos precios en vidas y superficies, hayan sido éstas continentales, insulares o marítimas, por no habernos querido enterar si quiera, que aparte de ser un país agroganadero (agro-carnicero para la Gran Bretaña), tenemos la fortuna inmensa de ser una Nación Marítima.
La historia de los países más antiguos del mundo está indisolublemente unida al mar. Las de las aguas fueron y siguen siendo las rutas obligadas de la expansión mercantil y del intercambio cultural, junto con la aproximación de los pueblos. En la navegación encontraron los pueblos una manera segura para elaborar su grandeza, tanto económica como espiritual. Se sintieron más dueños de sus destinos pues, entre otras lecciones, el arte de dominar el mar enseña y desarrolla el temple para sobrellevar las vicisitudes humanas y fortalecer el ánimo para poder así llevar a cabo las empresas más arduas. Se educa el carácter y se aprende a afrontar los riesgos de la múltiple aventura de vivir. El hombre crece en su conciencia y no elude el esfuerzo para someter a ese adversario que, de pronto, se encrespa con la furia de sus contorciones enloquecidas y estremece en rugidos.
Es evidente que los argentinos constituimos una “Nación Marítima”. Las corrientes vigentes del pensamiento en la época de nuestra conquista y colonización, la historia y el acontecer de los acaecimientos que la conforman, las riquezas de la tierra que nos pertenece, la despreocupación por hacer crecer nuestros puertos y marina mercante, una condición de vida por demás fácil dentro del hábitat normal en que desarrollamos nuestras actividades cotidianas, son en conjunto los factores que nos han hecho olvidar el concepto inicial hasta quedar desdibujadas las verdaderas condiciones geográficas de nuestra República. Pero un sereno análisis de los fenómenos producidos en nuestra corta pero instructiva historia, nos permite valorar otra de las excelentes frases del Almirante Storni: “… - que el Mar encierra para la Nación Argentina los más vitales problemas, que el Mar será el vehículo y el sostén de su fortuna y de su gloria.” Si logramos entender tan profundo como claro mensaje, debemos trabajar de manera seria y responsable, pero ¿qué importancia, que alcance que lineamientos debemos dar a nuestra actividad marítima? Y a éste respecto, en 1916 el Almirante Storni nos preguntaba; “… - ¿Es que debemos permanecer enclavados en tierra, para arrancarle sus frutos y esperar que otros transporten, que otros nos comuniquen con el resto del mundo, que otros vengan hasta imponernos la Ley en las aguas mismas de nuestro Mar Territorial? ¿O ha de ocupar la Argentina su parte de dominio y de usufructo en esa gran vía de la civilización que se llama Mar?” Es evidente que no supimos responderle, son otros los que hoy nos comunican con el mundo, fueron los gerentes del poder extranjero, disfrazados de políticos, quienes en los ’90 destruyeron nuestra Marina Mercante y redujeron nuestro Poder Naval, fueron los británicos quienes desde el 14 de junio de 1982, nos imponen “su Ley” alrededor de los archipiélagos argentinos y dentro de nuestra propia Zona Económica Exclusiva, dentro del propio Mar Argentino.
Pero porqué entrar, desde el ámbito civil a marcar tan gruesos errores en materia estratégica, política y de defensa. Precisamente, con la autoridad que el propio Almirante Segundo R. Storni, le confería al pueblo argentino en aquellas magistrales conferencias cuando expresó: “… - Hay entre los asuntos militares, algunos (precisamente aquellos más generales y que pueden ser tratados con los solos datos de la situación y configuración geográfica del suelo) que constituyen los problemas fundamentales de la defensa de los Estados. Esos problemas no caen bajo la reserva militar, puesto que pueden ser resueltos con los elementos de juicio que están al alcance de todo el mundo. Son la esencia misma de la defensa nacional y, como decía el Almirante Mahan, no sólo deben ser conocidos por los hombres que gobiernan, sino por los ciudadanos todos de un pueblo libre; y que así debe ser, no hay duda, puesto que, en tesis final, es el pueblo quien sufraga los gastos y quien da su sangre en la defensa.”
Argentina, a lo largo de su historia, salvo raras excepciones, ha sido gobernada e instruida “de espaldas a su realidad marítima”. Hemos abandonado y seguimos haciéndolo, las áreas oceánicas contiguas al territorio continental y por constituir los espacios que ellas representan, espacios de poder, han sido reclamadas u ocupadas por otros. Hemos perdido espacios considerables del propio territorio patrimonial y nuestras riquezas ictícolas son saqueadas de continuo pese al esfuerzo (cuando las autorizan desde el pode político) de la Armada y la Prefectura para evitarlo. Mientras que el apoyo a las actividades inherentes a los Intereses Marítimos, han sido escasas o nulas. Escasas porque de su difusión, sólo hizo y hace un gran esfuerzo, la Armada Argentina e Instituciones relacionadas con ella (Liga Naval Argentina, Instituto de Publicaciones Navales, Centro Naval, Instituto Browniano, Círculos de Defensa Nacional, etc). Nulo, porque en la educación argentina, en todos sus niveles, se ha marginado sistemáticamente, de los programas de formación a tal punto que, la propia Historia Naval Argentina, queda reducida a una pequeña mención a la Batalla de Montevideo. La figura del Almirante Guillermo Brown, de la misma importancia en nuestra emancipación, como las del Gral. San Martín o del Dr. Belgrano, queda desdibujada a un segundo o tercer plano. Nuestros héroes navales criollos, Tomás Espora, Leonardo Rosales y tantos otros, ni siquiera figuran.
Evidentemente, todo ello, llevó a que el pueblo argentino carezca de una verdadera conciencia marítima nacional, al punto de haber decido, por voluntad mayoritaria, luego de un manipulado plebiscito (1984), la entrega lisa y llana de vastas extensiones del mar soberano austral.
El juicio por tales actitudes le pertenece a la historia, pero considerando que una de las razones de tal accionar es el desconocimiento de las realidades de la geografía argentina y en particular de su mar, es necesario instruir a la población toda para lograr el preclaro enunciado del Almirante Storni, cuando hace 93 años nos advirtió: “… - La política naval es, ante todo, una acción de gobierno; pero es indispensable para que tenga nervio y continuidad, que sus objetivos arraiguen en la nación entera, que sean una idea clara, un convencimiento en las clases dirigentes y una aspiración constante de todo el pueblo argentino.”
Las dos terceras partes de la superficie del globo terráqueo la ocupan los océanos, mas allá de nuestra visión antropocéntrica, debemos reconocer un día, que vivimos en el “Planeta Mar” y que el mismo es tan solo, una inmensa nave espacial cuya tripulación es la humanidad toda. Y nosotros, los argentinos, por ser marítimos y habernos ganado el derecho a nuestra independencia sobre las aguas que hoy nos pertenecen, debemos aprender que ellas con sus recursos renovables y no renovables, son de importancia fundamental en el presente y para el futuro, no solo nuestro, sino de la humanidad toda y que por ello tenemos la inmensa responsabilidad histórica de sumarnos al contexto de las naciones responsables. Porque en la ocupación, uso y aprovechamiento racional de nuestros inmensos recursos, del verdadero conocimiento geopolítico, estratégico y económico, dependerá nuestro propio crecimiento como nación, su propio espacio vital en el futuro y el afianzamiento y reconocimiento como ciudadanos del mundo todo.
El crecimiento demográfico mundial, que calcula la población del año 2050 en 12 mil millones de personas, ha llevado a que Occidente (particularmente el G-7) inicie la guerra por el control de los recursos energéticos. Las industrias manufactureras y el comercio, deben seguir funcionando para satisfacer la demanda en alimentos de una población en geométrico aumento. La guerra por el control del agua potable, la biodiversidad y los alimentos es lo que sigue. Los recursos de los mares del mundo, están en su camino.
Comprender este marco de complejidad mundial, implica directamente entender que nuestros espacios soberanos, con los recursos naturales y estratégicos que encierran, si no se administran con responsabilidad, con verdadero sentido nacional que emane de una verdadera política de estado, se han de convertir, sin dudas, en un objetivo real de la expansión económica de los más poderosos.
Podemos integrarnos, sin necesidad de entregarnos, a este verdadero nuevo orden mundial. Hacer valer nuestros derechos soberanos no es una utopía, es responsabilidad de patriotas. La historia nos enseñó que de la unión nace la fuerza… de las alianzas inteligentes en el propio marco regional, nacerá también la oportunidad de América toda. Ser fuertes como unidad nacional para ser poderosos en alianza con todo el marco regional.

Bibliografía utilizada:
Los Intereses Argentinos en el Mar – CL Segundo R. STORNI
Manual de Intereses Marítimos: CC IM Edgar Wilson BONANNI
Estrategia del Atlántico Sur: CN CASELLA
El Mar Argentino: CL FRAGA