Base Naval Mar del Plata, 17 de mayo de 2010
Palabras alusivas del Jefe del Estado Mayor General de la Armada
Almirante D. Jorge Omar GODOY
Nos reunimos hoy, 17 de mayo, para celebrar -una vez más- el “DÍA DE LA ARMADA ARGENTINA”.
La elección de la fecha no fue casual: ella coincide con la conmemoración del “Combate de MONTEVIDEO”, nombre con el que se designó a una sucesión de acciones militares que, iniciadas el 14 de mayo de 1814 frente a las costas orientales del RÍO DE LA PLATA, culminaron en el éxito naval más destacable de la historia de nuestra independencia.
Aquella gloriosa batalla fue una prueba de fuego para la escuadra del Almirante Guillermo BROWN. Una escuadra cimentada en el tesón, el entusiasmo y la destreza de hombres cohesionados bajo el mando del prócer, y -por sobre todo- impulsados por el ansia de libertad y el amor a la Patria naciente.
Fue, en efecto, una perfecta síntesis de pericia, coordinación, estrategia y liderazgo lo que posibilitó a aquel puñado de héroes, que supo confiar plenamente en su comandante, sobreponerse a la adversidad y, tras aventajar -en la oportunidad precisa- a una fuerza muy superior, alcanzar la victoria.
Ese ansiado triunfo decidió la suerte del último bastión español en estas latitudes y quedó inscripto como un suceso de significativo valor estratégico. Fue un hito esencial en un proceso irreversible, extendido más allá de las fronteras patrias hasta los confines de una SUDAMÉRICA insumisa, que impuso la necesidad de concretar la epopeya emancipadora y -no menos importante- consolidar los logros obtenidos y asegurar la defensa de las vastas tierras liberadas, frente a la codicia colonialista no resignada a su pérdida.
Transcurrieron desde entonces 196 años, durante los cuales las mujeres y hombres de la ARMADA, imbuidos del espíritu que nos legaron los prohombres que nos precedieron, hemos empeñado esfuerzos y desvelos en el desarrollo de esta MARINA DE GUERRA, conscientes de las obligaciones que asumimos de cara a la sociedad a la que pertenecemos y con la que compartimos una visión del porvenir, en torno de la cual se definen nuestros intereses nacionales.
Conservar el rumbo no ha sido fácil ni lo es ahora. Sin embargo, hemos persistido en él, aprendiendo de errores y profundizando aciertos, comprometidos en la tarea de edificar una Patria justa y libre que ofrezca paz y prosperidad para todos.
Así hemos avanzado hacia el BICENTENARIO, que nos preparamos para recibir. Los desafíos se han renovado con el tiempo; nuevos incentivos y ambiciones se han ido sucediendo; el conocimiento se expandió vertiginosamente, al tiempo que los adelantos técnicos superaron lo imaginable. Sin embargo, la misión que nos ha sido encomendada de garantizar la soberanía e independencia de la NACIÓN ARGENTINA, su integridad territorial y capacidad de autodeterminación, así como de velar por la vida y la libertad de sus habitantes, permanece hoy tan vigente como ayer.
También, como ayer, los recursos humanos, el valor de nuestra gente, su temple ante la adversidad, su capacidad de sacrificio, su coraje y su idoneidad, siguen siendo el núcleo del que proviene toda fuerza y en el que se asienta la esperanza.
Y nuevamente, como en aquel pasado heroico, los Estados hermanos cerramos filas tras el objetivo de una LATINOAMÉRICA unida en la plenitud de sus pueblos.
Prueba indubitable de ello es el extraordinario evento en curso, que es este encuentro y regata internacional de grandes veleros “VELAS SUDAMÉRICA 2010”, organizado precisamente en homenaje al BICENTENARIO por la ARMADA DE CHILE en conjunto con la nuestra.
En él participan numerosas Naciones del hemisferio: algunas de ellas, como COLOMBIA, MÉXICO y VENEZUELA, también cumplen los doscientos años de sus primeros gobiernos patrios; otras, como BRASIL, ECUADOR, PERÚ, REPÚBLICA DOMINICANA y URUGUAY, se han sumado con entusiasmo a la convocatoria. A ellos los acompañan navíos representantes de ESPAÑA, HOLANDA y PORTUGAL.
En particular, la presencia de los Buques-Escuela de aquellos Países americanos confiere a tan relevante acontecimiento un definido carácter regional, a la vez que constituye una nueva ocasión de estrechar aún más los lazos que nos identifican.
Es esta una contundente muestra de la voluntad compartida de continuar la obra de aquellos que en su tiempo osaron soñar con la PATRIA GRANDE LATINOAMERICANA, como José de SAN MARTÍN, Simón BOLÍVAR y Francisco de MIRANDA, inspirados en sus principios e ideales.
Otorga aún más fuerza a esa fraternal amalgama de Naciones el hecho de que este DÍA DE LA ARMADA nos encuentra en MAR DEL PLATA -ciudad capital de los intereses marítimos argentinos- y en su puerto, en el magnífico escenario que nos brinda esta BASE NAVAL, frente a unidades de nuestra FLOTA DE MAR, flanqueadas por buques de las ARMADAS de BRASIL, MÉXICO y ESTADOS UNIDOS, así como de delegaciones de las MARINAS MILITARES de ALEMANIA, CANADÁ, COLOMBIA, PARAGUAY, PERÚ, SUDÁFRICA y URUGUAY.
Cómo, entonces, no asumir con renovados bríos y expectativas favorables la labor a la que hemos consagrado nuestras vidas.
Cómo, además, no comprender la trascendencia de la misión asignada, cuando una simple mirada en derredor permite observar el potencial que emana de nuestras tierras y mares, y la consiguiente necesidad de protegerlos, a fin de asegurar el bienestar y progreso de nuestros pueblos.
Desde la óptica propia de nuestra profesión naval, basta detenernos sobre nuestra ARGENTINA para advertir que cuenta en el ATLÁNTICO SUR con enormes extensiones marítimas y oceánicas de fundamental importancia para el transporte y el intercambio comercial. Ellas conforman el medio de comunicación por excelencia con el resto del mundo, a la vez que representan una puerta y ruta insoslayable hacia el continente antártico. Son, además, una poderosa fuente de bienes que la humanidad demanda de modo creciente y que estamos en inmejorables condiciones de proveer.
Construida desde la tierra hacia el mar, la República se empeña en la consolidación integral de sus áreas marítimas, su aprovechamiento controlado y una presencia sostenida. Esto conlleva, obviamente, materializar el objetivo permanente e irrenunciable de recuperar la potestad soberana sobre las ISLAS MALVINAS, GEORGIAS DEL SUR y SANDWICH DEL SUR y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.
Pero, para todo ello, debemos advertir que no es suficiente con perseguir y garantizar el ejercicio integral de los poderes jurisdiccionales, asegurar la explotación racional de los recursos, proteger a las especies o impedir la contaminación de las aguas.
Además de toda acción defensiva, es necesario llevar adelante una tarea de capacitación a escala nacional, tendiente a crear verdadera conciencia de que debemos orientar nuestro crecimiento hacia el mar, y promover una nueva y responsable relación con él.
Ya en el CENTENARIO DE LA PATRIA, el Almirante STORNI, desde su visión adelantada de los tiempos, nos instaba a “[…] crear un nuevo ambiente, salir de nuestra rutina interna, observar lo que pasa en los pueblos que mantienen altos ideales y prepararnos también nosotros para llenar con dignidad y prestigio nuestro papel de Nación marítima”.
Desde el tradicional Ciclo que lleva el nombre precisamente de aquel gran precursor, cuyas últimas ediciones han sido organizadas por el MINISTERIO DE DEFENSA, se insiste en bregar por aquel propósito, concitando la participación de los principales actores y la atención de la ciudadanía en general, en relación con las grandes cuestiones que plantea actualmente la problemática marítima argentina.
Esta ciudad de MAR DEL PLATA es un valioso ejemplo de protagonismo en ese sentido. Ella y toda su región de influencia son las que, a través de sus actividades, sostienen la vocación y proyección oceánica, reuniendo una serie de quehaceres vinculados al mar, tales como la pesca, la industria naval, la investigación pesquera, la capacitación y formación de recursos humanos, la difusión de los temas marítimos, el comercio exterior, el turismo, la defensa de los recursos marinos y los deportes náuticos.
La ARMADA ARGENTINA, por su parte, suma también su aporte a la conformación del poder marítimo de la Nación, bajo cuyas líneas políticas se desenvuelve, mediante el desarrollo de sus capacidades como instrumento militar de la defensa en el mar, en absoluta articulación con los intereses marítimos del país.
Consciente de que la hora exige profundizar cambios que involucran también a distintos aspectos de la cultura institucional, la ARMADA se ha impuesto perseverar en la información y formación de su personal, civil y militar, como meta indeclinable y esencial.
Así, la educación, entendida como proceso continuado a largo plazo, marca el derrotero a seguir para que las nuevas generaciones puedan evolucionar en un contexto positivo, que propicie la pluralidad de ideas, la visión optimista y la actitud solidaria.
Para lograr este objetivo, es imprescindible robustecer la confianza en la INSTITUCIÓN, teniendo en cuenta que ello es siempre fruto de una ardua y constante labor. Una labor que debe recorrer caminos opuestos, pues ha de nacer desde afuera hacia adentro de la FUERZA misma, pero -a la vez- tendrá que surgir, con vigor y decisión, en nuestro propio interior.
En este orden, cabe insistir en que solo la prédica basada en el ejemplo, en la adhesión personal a paradigmas éticos y criterios de excelencia profesional, incidirá en los subordinados, generando la energía que emana de la certeza en la conducta del líder y del sentimiento de tarea compartida.
Siempre y en todo momento es preciso asumir la responsabilidad de efectuar una adecuada lectura de la realidad que nos circunda. Una lectura que nos permita mantener un estrecho contacto con la actualidad a fin de que podamos atender a sus desafíos con acierto e inteligencia.
Todo ello implica, asimismo, gestar la convicción en la necesidad de un pensamiento y de un consecuente accionar conjunto, propio de la integración deseable de las FUERZAS ARMADAS DE LA NACIÓN.
Ante nosotros, en este mismo muelle, pueden apreciar una muestra acabada de la validez de estos conceptos. Me refiero a la réplica del “LUISITO” que -gracias al esfuerzo conjunto del INSTITUTO PIEDRA BUENA, del ROTARY CLUB PUERTO, de MOSCUZZA REDES, del ASTILLERO CONTESSI y de la ESCUELA DE EDUCACIÓN TÉCNICA Nº 1 de esta ciudad- se exhibe aquí, a nuestra admiración, presta a recibir su bautismo.
El “LUISITO” nos recuerda aquel verano de 1873, cuando el Comandante PIEDRA BUENA naufragó con sus compañeros frente a una desierta costa de la aún hoy solitaria ISLA DE LOS ESTADOS, perdiendo su entrañable barco “ESPORA”. PIEDRA BUENA, consciente de la gravedad de las circunstancias, no se amilanó ante la tragedia y, con voluntad de acero, instó a una tripulación comprensiblemente abatida a no darse por vencida. Les pidió y les exigió confianza. Les pidió y les exigió fortaleza. Les pidió y les exigió unidad. Nació así el “LUISITO” sobre los restos del “ESPORA”, y con él -tras casi cuatro meses- pudo concretarse el regreso al hogar.
El “LUISITO”, construido sin planos, con la ayuda de estacas enterradas en la playa, con maderas recuperadas y sin contar con elementos adecuados, es también una prueba irrefutable de que el principal y más valioso capital reside siempre en las mujeres y hombres que prevalidos de su dignidad, con perseverancia y entereza, persiguen sus destinos.
Quiero, para concluir, llegar al personal de la ARMADA, allí donde se encuentre, con un mensaje de verdadero aliento y sentido reconocimiento. Me dirijo a ustedes en su totalidad, sin olvidar a quienes se encuentran en Chipre, Haití, Medio Oriente, el Sahara, la Antártida, navegando en el Atlántico o apostados en los faros australes.
A todos los invito a realizar una serena reflexión sobre nuestro deber como integrantes de la MARINA DE GUERRA, herederos de las glorias de BROWN, salvaguardas de los héroes de Malvinas y activos protagonistas en la empresa de erigir una gran NACIÓN. Los insto fervorosamente, también, a continuar con la mirada alta por la senda que habrá de conducirnos, con la certidumbre que nace de nuestro propio empeño, a un futuro promisorio.
Fuente: Gaceta Marinera, vía Jorge Souto
La elección de la fecha no fue casual: ella coincide con la conmemoración del “Combate de MONTEVIDEO”, nombre con el que se designó a una sucesión de acciones militares que, iniciadas el 14 de mayo de 1814 frente a las costas orientales del RÍO DE LA PLATA, culminaron en el éxito naval más destacable de la historia de nuestra independencia.
Aquella gloriosa batalla fue una prueba de fuego para la escuadra del Almirante Guillermo BROWN. Una escuadra cimentada en el tesón, el entusiasmo y la destreza de hombres cohesionados bajo el mando del prócer, y -por sobre todo- impulsados por el ansia de libertad y el amor a la Patria naciente.
Fue, en efecto, una perfecta síntesis de pericia, coordinación, estrategia y liderazgo lo que posibilitó a aquel puñado de héroes, que supo confiar plenamente en su comandante, sobreponerse a la adversidad y, tras aventajar -en la oportunidad precisa- a una fuerza muy superior, alcanzar la victoria.
Ese ansiado triunfo decidió la suerte del último bastión español en estas latitudes y quedó inscripto como un suceso de significativo valor estratégico. Fue un hito esencial en un proceso irreversible, extendido más allá de las fronteras patrias hasta los confines de una SUDAMÉRICA insumisa, que impuso la necesidad de concretar la epopeya emancipadora y -no menos importante- consolidar los logros obtenidos y asegurar la defensa de las vastas tierras liberadas, frente a la codicia colonialista no resignada a su pérdida.
Transcurrieron desde entonces 196 años, durante los cuales las mujeres y hombres de la ARMADA, imbuidos del espíritu que nos legaron los prohombres que nos precedieron, hemos empeñado esfuerzos y desvelos en el desarrollo de esta MARINA DE GUERRA, conscientes de las obligaciones que asumimos de cara a la sociedad a la que pertenecemos y con la que compartimos una visión del porvenir, en torno de la cual se definen nuestros intereses nacionales.
Conservar el rumbo no ha sido fácil ni lo es ahora. Sin embargo, hemos persistido en él, aprendiendo de errores y profundizando aciertos, comprometidos en la tarea de edificar una Patria justa y libre que ofrezca paz y prosperidad para todos.
Así hemos avanzado hacia el BICENTENARIO, que nos preparamos para recibir. Los desafíos se han renovado con el tiempo; nuevos incentivos y ambiciones se han ido sucediendo; el conocimiento se expandió vertiginosamente, al tiempo que los adelantos técnicos superaron lo imaginable. Sin embargo, la misión que nos ha sido encomendada de garantizar la soberanía e independencia de la NACIÓN ARGENTINA, su integridad territorial y capacidad de autodeterminación, así como de velar por la vida y la libertad de sus habitantes, permanece hoy tan vigente como ayer.
También, como ayer, los recursos humanos, el valor de nuestra gente, su temple ante la adversidad, su capacidad de sacrificio, su coraje y su idoneidad, siguen siendo el núcleo del que proviene toda fuerza y en el que se asienta la esperanza.
Y nuevamente, como en aquel pasado heroico, los Estados hermanos cerramos filas tras el objetivo de una LATINOAMÉRICA unida en la plenitud de sus pueblos.
Prueba indubitable de ello es el extraordinario evento en curso, que es este encuentro y regata internacional de grandes veleros “VELAS SUDAMÉRICA 2010”, organizado precisamente en homenaje al BICENTENARIO por la ARMADA DE CHILE en conjunto con la nuestra.
En él participan numerosas Naciones del hemisferio: algunas de ellas, como COLOMBIA, MÉXICO y VENEZUELA, también cumplen los doscientos años de sus primeros gobiernos patrios; otras, como BRASIL, ECUADOR, PERÚ, REPÚBLICA DOMINICANA y URUGUAY, se han sumado con entusiasmo a la convocatoria. A ellos los acompañan navíos representantes de ESPAÑA, HOLANDA y PORTUGAL.
En particular, la presencia de los Buques-Escuela de aquellos Países americanos confiere a tan relevante acontecimiento un definido carácter regional, a la vez que constituye una nueva ocasión de estrechar aún más los lazos que nos identifican.
Es esta una contundente muestra de la voluntad compartida de continuar la obra de aquellos que en su tiempo osaron soñar con la PATRIA GRANDE LATINOAMERICANA, como José de SAN MARTÍN, Simón BOLÍVAR y Francisco de MIRANDA, inspirados en sus principios e ideales.
Otorga aún más fuerza a esa fraternal amalgama de Naciones el hecho de que este DÍA DE LA ARMADA nos encuentra en MAR DEL PLATA -ciudad capital de los intereses marítimos argentinos- y en su puerto, en el magnífico escenario que nos brinda esta BASE NAVAL, frente a unidades de nuestra FLOTA DE MAR, flanqueadas por buques de las ARMADAS de BRASIL, MÉXICO y ESTADOS UNIDOS, así como de delegaciones de las MARINAS MILITARES de ALEMANIA, CANADÁ, COLOMBIA, PARAGUAY, PERÚ, SUDÁFRICA y URUGUAY.
Cómo, entonces, no asumir con renovados bríos y expectativas favorables la labor a la que hemos consagrado nuestras vidas.
Cómo, además, no comprender la trascendencia de la misión asignada, cuando una simple mirada en derredor permite observar el potencial que emana de nuestras tierras y mares, y la consiguiente necesidad de protegerlos, a fin de asegurar el bienestar y progreso de nuestros pueblos.
Desde la óptica propia de nuestra profesión naval, basta detenernos sobre nuestra ARGENTINA para advertir que cuenta en el ATLÁNTICO SUR con enormes extensiones marítimas y oceánicas de fundamental importancia para el transporte y el intercambio comercial. Ellas conforman el medio de comunicación por excelencia con el resto del mundo, a la vez que representan una puerta y ruta insoslayable hacia el continente antártico. Son, además, una poderosa fuente de bienes que la humanidad demanda de modo creciente y que estamos en inmejorables condiciones de proveer.
Construida desde la tierra hacia el mar, la República se empeña en la consolidación integral de sus áreas marítimas, su aprovechamiento controlado y una presencia sostenida. Esto conlleva, obviamente, materializar el objetivo permanente e irrenunciable de recuperar la potestad soberana sobre las ISLAS MALVINAS, GEORGIAS DEL SUR y SANDWICH DEL SUR y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.
Pero, para todo ello, debemos advertir que no es suficiente con perseguir y garantizar el ejercicio integral de los poderes jurisdiccionales, asegurar la explotación racional de los recursos, proteger a las especies o impedir la contaminación de las aguas.
Además de toda acción defensiva, es necesario llevar adelante una tarea de capacitación a escala nacional, tendiente a crear verdadera conciencia de que debemos orientar nuestro crecimiento hacia el mar, y promover una nueva y responsable relación con él.
Ya en el CENTENARIO DE LA PATRIA, el Almirante STORNI, desde su visión adelantada de los tiempos, nos instaba a “[…] crear un nuevo ambiente, salir de nuestra rutina interna, observar lo que pasa en los pueblos que mantienen altos ideales y prepararnos también nosotros para llenar con dignidad y prestigio nuestro papel de Nación marítima”.
Desde el tradicional Ciclo que lleva el nombre precisamente de aquel gran precursor, cuyas últimas ediciones han sido organizadas por el MINISTERIO DE DEFENSA, se insiste en bregar por aquel propósito, concitando la participación de los principales actores y la atención de la ciudadanía en general, en relación con las grandes cuestiones que plantea actualmente la problemática marítima argentina.
Esta ciudad de MAR DEL PLATA es un valioso ejemplo de protagonismo en ese sentido. Ella y toda su región de influencia son las que, a través de sus actividades, sostienen la vocación y proyección oceánica, reuniendo una serie de quehaceres vinculados al mar, tales como la pesca, la industria naval, la investigación pesquera, la capacitación y formación de recursos humanos, la difusión de los temas marítimos, el comercio exterior, el turismo, la defensa de los recursos marinos y los deportes náuticos.
La ARMADA ARGENTINA, por su parte, suma también su aporte a la conformación del poder marítimo de la Nación, bajo cuyas líneas políticas se desenvuelve, mediante el desarrollo de sus capacidades como instrumento militar de la defensa en el mar, en absoluta articulación con los intereses marítimos del país.
Consciente de que la hora exige profundizar cambios que involucran también a distintos aspectos de la cultura institucional, la ARMADA se ha impuesto perseverar en la información y formación de su personal, civil y militar, como meta indeclinable y esencial.
Así, la educación, entendida como proceso continuado a largo plazo, marca el derrotero a seguir para que las nuevas generaciones puedan evolucionar en un contexto positivo, que propicie la pluralidad de ideas, la visión optimista y la actitud solidaria.
Para lograr este objetivo, es imprescindible robustecer la confianza en la INSTITUCIÓN, teniendo en cuenta que ello es siempre fruto de una ardua y constante labor. Una labor que debe recorrer caminos opuestos, pues ha de nacer desde afuera hacia adentro de la FUERZA misma, pero -a la vez- tendrá que surgir, con vigor y decisión, en nuestro propio interior.
En este orden, cabe insistir en que solo la prédica basada en el ejemplo, en la adhesión personal a paradigmas éticos y criterios de excelencia profesional, incidirá en los subordinados, generando la energía que emana de la certeza en la conducta del líder y del sentimiento de tarea compartida.
Siempre y en todo momento es preciso asumir la responsabilidad de efectuar una adecuada lectura de la realidad que nos circunda. Una lectura que nos permita mantener un estrecho contacto con la actualidad a fin de que podamos atender a sus desafíos con acierto e inteligencia.
Todo ello implica, asimismo, gestar la convicción en la necesidad de un pensamiento y de un consecuente accionar conjunto, propio de la integración deseable de las FUERZAS ARMADAS DE LA NACIÓN.
Ante nosotros, en este mismo muelle, pueden apreciar una muestra acabada de la validez de estos conceptos. Me refiero a la réplica del “LUISITO” que -gracias al esfuerzo conjunto del INSTITUTO PIEDRA BUENA, del ROTARY CLUB PUERTO, de MOSCUZZA REDES, del ASTILLERO CONTESSI y de la ESCUELA DE EDUCACIÓN TÉCNICA Nº 1 de esta ciudad- se exhibe aquí, a nuestra admiración, presta a recibir su bautismo.
El “LUISITO” nos recuerda aquel verano de 1873, cuando el Comandante PIEDRA BUENA naufragó con sus compañeros frente a una desierta costa de la aún hoy solitaria ISLA DE LOS ESTADOS, perdiendo su entrañable barco “ESPORA”. PIEDRA BUENA, consciente de la gravedad de las circunstancias, no se amilanó ante la tragedia y, con voluntad de acero, instó a una tripulación comprensiblemente abatida a no darse por vencida. Les pidió y les exigió confianza. Les pidió y les exigió fortaleza. Les pidió y les exigió unidad. Nació así el “LUISITO” sobre los restos del “ESPORA”, y con él -tras casi cuatro meses- pudo concretarse el regreso al hogar.
El “LUISITO”, construido sin planos, con la ayuda de estacas enterradas en la playa, con maderas recuperadas y sin contar con elementos adecuados, es también una prueba irrefutable de que el principal y más valioso capital reside siempre en las mujeres y hombres que prevalidos de su dignidad, con perseverancia y entereza, persiguen sus destinos.
Quiero, para concluir, llegar al personal de la ARMADA, allí donde se encuentre, con un mensaje de verdadero aliento y sentido reconocimiento. Me dirijo a ustedes en su totalidad, sin olvidar a quienes se encuentran en Chipre, Haití, Medio Oriente, el Sahara, la Antártida, navegando en el Atlántico o apostados en los faros australes.
A todos los invito a realizar una serena reflexión sobre nuestro deber como integrantes de la MARINA DE GUERRA, herederos de las glorias de BROWN, salvaguardas de los héroes de Malvinas y activos protagonistas en la empresa de erigir una gran NACIÓN. Los insto fervorosamente, también, a continuar con la mirada alta por la senda que habrá de conducirnos, con la certidumbre que nace de nuestro propio empeño, a un futuro promisorio.
Fuente: Gaceta Marinera, vía Jorge Souto
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