1826
– Cabo Corrientes en la Historia Naval
- 2011
HACE
185 AÑOS EL ALMIRANTE BROWN FONDEABA
FRENTE A CABO CORRIENTES
Su genio naval, supo reconocer la
importancia estratégica del entonces llamado “Cabo de las Dos Corrientes” para
la defensa de nuestro País y señaló desde la historia, la costa sobre la cual
crecería esta hermosa ciudad. Un siglo después, la Armada Argentina inauguraba la
Base Naval Mar del Plata, la segunda en
importancia, de nuestro litoral marítimo.
Por:
Oscar Filippi
Como un índice geográfico que señala el
futuro a los argentinos. Con paciencia de piedras eternas, como esperando que
despertemos al verdadero desafío de nación marítima, integrada pero jamás
entregada al resto del mundo. Así se proyecta majestuoso el “Cabo de las Dos Corrientes”,
tal su nombre primigenio.
Frente a él, en titánica y eterna lucha,
la corriente fría proveniente de nuestras Malvinas, pugna por doblegar a la
corriente cálida proveniente del Brasil. Coincidencia simple que proviene de la
pura lógica de la oceanografía física, pero con ojos de historia, homenaje
eterno del propio Mar Argentino a la epopeya browniana de nuestra
Independencia.
Con
coraje criollo
Con el año de 1826 llegarían sobre
nuestra patria, sombrías nubes de guerra. El Imperio del Brasil con una
poderosa flota de 80 navíos, penetraba en el Río de la Plata y bloqueaba a la
ciudad de Buenos Aires. Pretendía extender sus dominios sobre la Banda Oriental.
Urgidos entonces a recomponer nuestro
poder naval, inexplicablemente desmantelado luego de la histórica victoria
sobre la escuadra española el 17 de Mayo de 1814. De haber acompañado al Gral.
San Martín en la campaña libertaria de Chile y Perú y de las brillantes
acciones corsarias subsecuentes. Nuestro primer Presidente, Bernardino
Rivadavia, volvía a confiar la libertad y la independencia de nuestra Patria al
gran almirante Guillermo Brown.
El veterano marino, nacido en tierras en
las que también soplaban vientos de libertad, volvió a desplegar su valor
irlandés y junto al coraje criollo de Tomás Espora y Leonardo Rosales, el 30 de
Junio y el 11 de Julio de ése mismo año (1826), escribirían las páginas más
heroicas de nuestra historia naval al derrotar en desiguales combates a la
imponente escuadra imperial, en las batallas de Los Pozos y Quilmes,
respectivamente.
Aun así, el peligro no había
desaparecido, los buques del Imperio del Brasil seguían amenazantes, merodeando
nuestras costas. Urgía comprar más naves para nuestra escuadra. Había que
reponer a las heroicas “25 de Mayo” y “Congreso”.
A tal fin, Bernardino Rivadavia había
enviado a Chile, en misión especial, al coronel Ventura Vázquez para adquirir tres
naves de guerra.
Las noticias provenientes de Chile no
eran alentadoras, las naves adquiridas habían sido bautizadas así: “Montevideo”,
“Buenos Aires” y “Chacabuco”. Zarparon el 6 de Agosto de 1826 del puerto de
Valparaíso. La “Montevideo” sorprendida por un temporal, debió regresar a
puerto, la fragata “Buenos Aires” naufragó en Cabo de Hornos, nunca apareció un
vestigio de esa nave o de su tripulación. A su bordo regresaba a la Argentina el coronel
Ventura Vázquez. Solo la corbeta “Chacabuco” llegaría más de dos meses después
de su zarpada de Valparaíso.
Esas naves compradas en Chile tenían
orden de fondear frente a Cabo Corrientes, el punto más oriental de nuestra
geografía continental, donde al Almirante Guillermo Brown debía asumir el mando
de esa nueva división y el coronel Ventura Vázquez regresaría a la Capital para dar cuenta de
sus gestiones.
Viaje
por tierra
Partiendo en carruaje desde Buenos
Aires, el Alte. Brown, junto al Tte. Cnel. Francisco Sayós y 40 hombres de
escolta, llegó al paraje que hoy conocemos como “Estación Macedo”, el 23 de
Agosto de 1826. Se alojó en la estancia más próxima a la Laguna de “Mar Chiquita”, propiedad
de don Francisco Saénz Valiente. Con dos botes, él y su grupo, establecieron el
transporte de víveres y auxilios al Destacamento de la Costa.
Brown, después de una larga espera sobre
las piedras del Cabo Corrientes, aquejado por una dolencia física y desalentado
por la falta de noticias, regresó a la Capital Federal.
En su lugar quedaron, el Tte. Cnel.
Sayós y el Piloto Michel que ya había trasladado una balandra hasta el Cabo
Corrientes y establecido el servicio de guardia reclamado para esperar a las
nuevas naves.
Días después de su regreso, el Alte.
Brown recibe en Buenos Aires la noticia de la llegada de la corbeta “Chacabuco”
a nuestro Cabo Corrientes. El Almirante resuelve entonces alistar la barca
“Congreso”, al mando del capitán Guillermo R. Mason; el bergantín “República” a
cargo del capitán Guillermo E. Granville y la goleta “Sarandí” comandada por el
capitán Juan H. Coe, en ella, el Alte. Brown enarbola su insignia.
El plan del almirante como siempre, es
sencillo y audaz, unirse con esas unidades a la recién llegada “Chacabuco” y
dirigirse directo a las costas del Brasil. Si ellos querían la guerra, llevaría
la guerra a sus propias costas.
Llega
por mar
Zarpan de Buenos Aires el 26 de Octubre
por la noche (20.45 h) con viento del S/SE y bajo las narices de los marinos
brasileños que con sus poderosas naves mantienen el bloqueo al Puerto de Buenos
Aires.
La “Sarandí” navegó durante la noche sin
novedad y en la mañana del 27 se encontró con varias naves enemigas, como ardid
de guerra, el astuto almirante mantenía izada la bandera imperial, sin abrir
fuego y supongo, que dibujando una fina sonrisa en su rostro, rompió el bloqueo
y se dirigió rumbo al Cabo Corrientes.
Las otras dos naves debieron regresar a
puerto al ser detectadas por los cariocas.
La corbeta “Chacabuco” poseía 22 cañones
y 150 hombres de tripulación, su comandante era el capitán Santiago Jorge
Bynon, se convertía en el primer comandante de una nave de guerra de nuestra
Armada que fondeaba frente a lo que hoy es Mar del Plata.
A las 11.30 hs del 30 de Octubre de
1826, el Almirante Guillermo Brown, a bordo de la “Sarandí” entró en contacto
con la “Chacabuco”.
Aún no nacida, en el brillante amanecer
de nuestra historia, el Sol iluminaba a Mar del Plata. Debía nacer como hija
dilecta del propio Mar Argentino. Faro, custodia y guía de los intereses
argentinos en el mar.
Así se inició desde las costas del “Cabo
de las Dos Corrientes” otro de los grandes capítulos de nuestra historia naval.
Un crucero de guerra memorable, que permitió capturar numerosas naves y crear
en el propio Imperio del Brasil, la sensación de un serio obstáculo a la
navegación frente a sus propias costas, situación que aceleró la finalización
del bloqueo a Buenos Aires.
Del
libro de bitácora
Aquel histórico día del 30 de Octubre de
1826, en el libre de bitácora de la goleta “Sarandí”, el Almirante Guillermo
Brown escribía: “… - En éste momento en
que son las 12 del día, acabo de incorporarme con la corbeta Chacabuco, remito
a tierra diez soldados que hay en ésta de la guardia de negros que hay en
tierra e inmediatamente me dirijo sobre la costa del Brasil, conforme a las
instrucciones de V.E.. Al bergantín República y la barca Congreso los perdimos
de vista a las 10.30 de la noche de mi salida y no los he vuelto a ver. Me es
imposible el poder designar el punto de mi crucero, pues he de operar conforme
lo exijan las circunstancias. Dios guarde a V.E. muchos años. Frente al Cabo
Corrientes, en vela. Octubre 30 de 1826”. Firmado: W. Brown
Las
pude ver
Fue hace más de diez años, la Armada Argentina me había
vuelto a distinguir con una comisión para navegar en nuestra hermosa fragata
“Libertad”.
Esa esbelta dama blanca de los mares del
mundo, que en sus velas abraza y guarda toda la mística de “ser marino”.
Habíamos zarpado de la Base Naval
Mar del Plata, temprano en la mañana, con fuerte viento del S/SE al comando del
capitán de navío Guillermo Keunecke, navegábamos a vela pura y habíamos llegado
a dar ¡14 nudos! El tiempo no era el mejor, había nubes bajas y cortos
chubascos.
Justo frente al Cabo Corrientes, el
paisaje de la ciudad se desdibujaba tras la bruma y las nubes. Sé que fue
producto de la emoción de navegar esta hermosa fragata. Se que fue el sonido
del viento silbando en las jarcias. Se que fue el crujir de las propias velas,
quizás mi propio interés en nuestra historia naval… de ello estoy seguro. Pero
también estoy seguro que las vi. Entre las nubes y la bruma, por nuestra amura
de babor y recortadas en la costa… ¡Eran la Sarandí y la Chacabuco! Con sus velas henchidas de gloria,
como en el óleo que ilustra esta nota, navegando en homenaje a Mar del Plata.
Era la historia misma que nos visitaba…, como cada vez que nos visita su propio
legado…, la “Libertad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario