domingo, 8 de noviembre de 2009

La Armada Argentina en Santa Cruz

La Armada Argentina en Santa Cruz
Expedición del Comodoro Luis Py en 1878/79

Reafirmación de los derechos soberanos argentinos
en la Patagonia

Por: Oscar Filippi






Antecedentes
En 1843, la República de Chile comenzó su expansión hacia el Sur y ocupó Punta Arenas, punto estratégico desde donde comenzó a realizar pequeños pero sucesivos actos de soberanía sobre territorio patagónico argentino. Navegando el Magallanes comenzaron a ascender hacia el Norte de la Provincia de Santa Cruz con la clara intención de sentar precedentes que le permitieran posteriormente, reclamos soberanos sobre el sector.
Dentro de esas actividades, el 20 de Octubre de 1876 la corbeta de la Armada chilena Magallanes apresó al barco francés Jeanne Amèlie que se dedicaba al transporte de guano en la desembocadura del Río Santa Cruz con permiso del gobierno argentino. El buque apresado y su tripulación fue conducido por la fuerza a Punta Arenas y finalmente hundieron la nave francesa frente al cabo Vírgenes.
Conocido el incidente en Buenos Aires, el gobierno argentino efectuó una enérgica protesta al gobierno trasandino, la cual fue rechazada por las autoridades chilenas afirmando estas, que la soberanía de Chile se extendía hasta la ribera meridional del Río Santa Cruz. Mas allá del reclamo, Buenos Aires nada hacía por reafirmar la soberanía argentina en la zona.
Sin nadie que los advirtiera, la corbeta chilena Magallanes en 1878, capturó a la barca inglesa Devonshire que también con permiso argentino, realizaba tareas de carga y transporte de guano en la misma zona de Santa Cruz.
Ante éste nuevo atropello y los reclamos diplomáticos de los gobiernos de Francia e Inglaterra ante nuestra Cancillería, el gobierno argentino designó al Teniente de Marina Carlos María Moyano, con el título de subdelegado de Marina, para que representara a la autoridad argentina en Santa Cruz. Moyano iniciaba así una proficua acción patagónica que, transcurrido el tiempo, lo convertiría en uno de los más importantes pioneros argentinos en aquellos confines australes.
El Teniente Carlos María Moyano informó a las autoridades de Buenos Aires sobre este nuevo atropello de Chile y la impunidad con la que navegaban y transitaban el sector marítimo y continental que nos pertenecía.
Una nueva y enérgica protesta se formuló al gobierno de Chile y este contestó con la misma reclamación de soberanía.
Afortunadamente, el Presidente argentino de ese entonces, Nicolás Avellaneda, apoyado por su Ministro de Guerra y Marina, General Julio Argentino Roca, entendió que la situación exigía una firme y enérgica respuesta y decidió el envío de una fuerza naval que impusiera in situ la soberanía nacional.

Nuestras Fuerzas Navales
Para 1878, los únicos buques con los que contábamos en nuestras fuerzas navales eran los de la llamada Escuadra de Sarmiento y habían sido dimensionados solamente para la defensa de nuestros ríos interiores, la cuenca del Río de la Plata, Paraná y Uruguay, dadas las pretensiones del Brasil en esa zona vital de nuestra geografía.
Esa ya famosa Escuadra estaba formada por: dos monitores acorazados, Los Andes y El Plata; dos corbetas cañoneras: Paraná y Uruguay y cuatro bombarderas: Constitución, República, Bermejo y Pilcomayo. Estos buques constituían una buena defensa para nuestros ríos, pero eran totalmente inadecuados para afrontar una expedición a los mares patagónicos.
Chile, por el contrario, dado el conflicto diplomático suscitado con Bolivia y Perú, para 1878 disponía de una escuadra muy superior a las exiguas fuerzas navales argentinas, contaba con una verdadera flota de mar con grandes blindados y otras naves de guerra bien artilladas y pertrechadas para una verdadera campaña oceánica.
Al no poder descuidar la defensa de nuestros ríos, el Presidente Avellaneda decidió enviar sólo tres de nuestras unidades navales a la campaña de Santa Cruz.
El buque insignia de la pequeña escuadra era el acorazado Los Andes, un pequeño monitor acorazado, como armamento tenía dos cañones de avancarga de 200 libras, montados ambos en una torre cilíndrica blindada, cuya secuencia de disparos era de ¡diez minutos! dada la condición de carga por la boca. Poseía la extraña ventaja de poder sumergirse hasta la misma borda para ser menos visible a la artillería enemiga, a la vez que esta condición hacía más estable la cubierta y, por ende, la puntería al momento del disparo. Obviamente, estas particularidades de nada le servían a la hora de navegar en mar abierto. Su única máquina (de vapor) sólo le otorgaban una velocidad máxima de 9 nudos.
La otra nave era la corbeta cañonera Uruguay, el más marinero de los tres buques, aparejada de barca de tres palos, tenía además una máquina que le permitía alcanzar los 11 nudos de velocidad. Su artillería constaba de cuatro piezas con montaje Vavasseur, dos de ellas ubicadas en crujía que les permitían disparar por cualquiera de las dos bandas y otras dos más pequeñas ubicadas hacia proa, una en cada banda. En esta expedición llevaría a su bordo, completa, a la Primera Promoción de oficiales de la Escuela Naval, cuya dirección ejercía el mismo comandante del buque, el coronel de marina Martín Guerrico.
El tercer barco de la expedición fue la bombardera Constitución, un pequeño y curioso buque de 416 toneladas de desplazamiento provisto de un solo y enorme cañón de 140 milímetros de calibre, de ánima rayada y que se cargaba por la boca. Esta pieza de artillería era fija, apuntada hacia la proa de la nave, lo que obligaba a hacer la puntería virando con el buque. Su velocidad alcanzaba también a los 9 nudos.
A estas modestas naves les cupo la importante tarea de representar la soberanía argentina en nuestro litoral marítimo y patagónico. El espíritu browniano alentaba a nuestra primera promoción de oficiales, como en nuestra independencia, los hombres hacían la diferencia, ellos le daban valor a los medios que tripulaban.

Nuestros hombres
El comandante designado para esta importante expedición era el coronel de marina Don Luis Py, español natural de Cataluña, de profesión marino mercante que había ingresado en la Armada Argentina en 1843. Prestó servicios en diferentes unidades durante las acciones de nuestras guerras, siempre con grandes dotes de buen marino y mejor militar. En 1861 fue designado comandante del único buque de guerra con algún valor militar que en esa época tenía nuestra Armada, el vapor de guerra Guardia Nacional, en el que enarbolaba su insignia el entonces comandante en jefe, coronel de marina José Murature. Con esa nave, durante la guerra de la Triple Alianza, combatieron contra las baterías de costa paraguayas de Paso de Cuevas, acción en la que fue muerto el guardiamarina Enrique Py, hijo del comandante Luis Py.
Como comandante del buque insignia, el monitor Los Andes, se desempañaba el teniente coronel de marina Don Ceferino Ramírez. El comandante de la corbeta cañonera Uruguay era, como ya dijimos, el por entonces coronel de marina Don Martín Guerrico y como comandante de la bombardera Constitución el sargento mayor de marina Don Juan Cabassa.
Al agravarse los problemas de límites con Chile, el Presidente de la Nación, Dr. Nicolás Avellaneda, de un aparente tímido carácter, pero animado de un verdadero fervor patriótico, resolvió con toda entereza y serenidad la ocupación del Río Santa Cruz por la fuerza. Pese a la desventaja en los medios, confió en la capacidad profesional de nuestros hombres de mar, sabía que ellos equilibraban la balanza.

La expedición
El día 6 de Noviembre de 1878, el Ministro de Guerra y Marina, ponía en manos del Comodoro Py las instrucciones que disponían la formación de la fuerza naval que quedaba bajo su cargo y la misión a cumplir, resumidamente decían: “…- pondrá todo el empeño en apresurar la marcha de los buques puestos bajos sus órdenes y tomará posesión de la margen Sur del río Santa Cruz, levando la bandera argentina y poniendo en tierra las fuerzas que lleva de desembarco.(…)”.
Concluidos los preparativos, el monitor Los Andes, seguido por la bombardera Constitución, zarparon del puerto de Buenos Aires a las 17.30 hs del 8 noviembre y a la mañana siguiente se encontraban en alta mar con rumbo general Sur.
El día 13 de Noviembre, ambos buques cruzaban la barrera del Río Negro y fondeaban frente a Carmen de Patagones, único puerto de mar que por entonces contaba la Patagonia argentina.
El día 17, por la mañana, arribó a ese mismo puerto, la corbeta Uruguay, que había zarpado de Buenos Aires el 14 de Noviembre.
El Comodoro Py se reunió con la Plana Mayor de las tres unidades, dictó su orden operativa y a las 14 hs del día 18, las tres unidades de guerra zarparon con destino a la desembocadura del Río Negro.
El fuerte viento reinante, constante patagónica, solo amainó el día 21, ocasión en la que la pequeña escuadra puso rumbo a Santa Cruz. La navegación se tornó dificultosa a causa del mal tiempo y las tres naves se abrieron de la formación, continuando su derrota sin tenerse a la vista. Recién el día 25, la corbeta Uruguay y la bombardera Constitución lograron encontrarse a pocas millas al Este de su destino final. Pocas horas después se reunieron con el monitor Los Andes que las esperaba fondeado en la ría del Santa Cruz.
El 26 por la mañana se enteraron, por información suministrada por una barca ballenera norteamericana, la Janus, que los buques chilenos se habían retirado del río Santa Cruz al enterarse de la próxima llegada de la pequeña escuadra argentina.
El 27 por la mañana, los tres buques argentinos comenzaron a remontar el río Santa Cruz y al llegar frente al lugar conocido como Cañadón de los Misioneros, el Comodoro Luis Py dio la orden de fondear allí.
La única vivienda que existía en aquel lugar era el rancho del paisano Coronel que, casado con la hija de un cacique Tehuelche, mantenía allí a su numerosa familia. Algunas millas más arriba del río, se encontraba la Isla Pavón, lugar donde Don Luis Piedra Buena mantenía unos alojamientos y depósitos que, desde 1859, le servían a él y a su gente, como central de operaciones de sus actividades mercantiles y patrióticas.
Para el 30 de Noviembre y cumpliendo con las ordenes recibidas en Buenos Aires, había quedado establecido el fortín del destacamento de artillería de plaza en la margen Sud del río Santa Cruz.
Fue así que, el 1º de Diciembre de 1878, el destacamento de artillería del sargento mayor Adalid, procedió al izado del pabellón nacional. El honor y la soberanía nacional, quedaban asegurados, la Patagonia era, a partir de ese momento, efectivamente Argentina.
El 20 de Enero de 1879, los cadetes de la primera promoción de la Escuela Naval, rindieron su examen reglamentario a bordo de la Corbeta Uruguay. Honraron su compromiso académico, aprobaron sobradamente, su desempeño había honrado a la Patria.
El 14 de Marzo, relevados por la corbeta cañonera Paraná, que quedó en estación, las naves de la Expedición del Comodoro Luis Py, regresaban a Buenos Aires.

Conmemoramos hoy
Los años han transcurrido, con su carga de tensiones, de reclamos y diferendos. Afortunadamente, los pueblos aprenden y maduran. Hoy las relaciones de nuestro país y Chile son muy diferentes. La Integración definitiva es el objetivo de ambas Armadas.
Hoy nuestros buques comparten responsabilidades en la Patrulla Antártica Naval Combinada (PANC), operan y se adiestran en forma combinada para la defensa común de nuestros espacios soberanos, la historia nos ha enseñado que el camino común es el único camino.
El 1º de Diciembre, la Armada Argentina evoca el día del Comando Naval y de la Flota de Mar. La Expedición del Comodoro Py, siguiendo la estela trazada en su tránsito al Pacífico por el Almirante Brown, en 1815, transformó una pequeña escuadra de río en una verdadera y permanente Flota de Mar Argentina.


Fuente documental:
“La Armada Argentina en Santa Cruz”
De B. Araoz, S. Gómez y E. González Lonzieme
Instituto de Publicaciones Navales 1996
Prólogo del Sr. Capitán de Navío D. Enrique González LONZIEME

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